lunes, 16 de julio de 2012

Aquella luz que dejó de brillar


“Que triste no recordar quien eres, que triste no recordar lo que te hacía sonreír. Que triste es no saber que sentir.”

A veces ocurre que olvidas lo que es tener sentimientos, a veces incluso, olvidas como llorar. Todos hemos sido sensibles y vulnerables alguna vez y, esa sensación puede ser maravillosa pero conforme pasa el tiempo el mundo te golpea y escupe en la cara demacrando aquel rostro angelical que antes brillaba cada mañana. Porque a veces para sobrevivir debes encerrarte tanto en ti mismo que la luz del sol es incapaz de iluminar tu desgarrado corazón.

Hoy estaba paseando por la calle y un sonido familiar pero olvidado en los confines de mi memoria me ha hecho girar la cabeza. Era solo el estúpido sonido de las hojas siendo movidas por el viento, y, de repente he recordado como de pequeño me sentaba bajo los árboles para escuchar ese sonido. De pronto, decidí cerrar los ojos y descubrir esa sensación pero no, ya no quedaba nada. No sentía mas que ruido pasando por mi mente mientras algo dentro de mí gritaba: “Ya no queda nada, todo eso que tuviste ya no volverá, todo lo que un día definió tu sentimiento, no volverá a pasar”. Poco a poco me he ido dando cuenta de todo lo que he perdido en el camino, poco a poco he descubierto que ya no sé quien soy, que ni siquiera quiero tener un destino. Y ya no me importa si lo que hago está bien o mal, ya no importa cuantos corazones haya roto o la sangre que voy a derramar porque, cada sentimiento que guardo con recelo en mi magullado corazón, es un sentimiento muerto que sigo con devoción.
En realidad, nadie tiene la culpa de que yo me haya convertido en un pequeño monstruo sin ilusiones por las que correr, nadie tiene la culpa de que el mundo haya derrumbado cada uno de mis sueños reduciéndolos a la nada. Sólo yo tengo la culpa de haber permitido que la nada moldee mi cuerpo y mente a su antojo, solo yo tengo la culpa de no parar el tormento que es vivir sin nada. Pero, yo ya no sé finalizar la agonía de no poder agonizar, ya es tarde para re-escribir mi cuento con algún bonito final. Ya es hora de asumir que todo ha acabado, es la maldita hora de olvidar lo que antes buscaba y seguir mi camino porque aunque esté todo escrito y borroso, el mundo me ha enseñado a seguir andando en la oscuridad.




Puedes vivir dejándolo todo en el olvido, puedes vivir deseando que llegue el final pero hace tiempo que me cansé de esperar, ya hace 5 años que nada tiene principio ni final, ya hace 5 años que gritaba al mundo: “La luz que brilla en mis ojos nunca se apagará”

domingo, 15 de julio de 2012

Todo empieza donde nada acaba.


“Si tu límite es el cielo, es que no quieres llegar lejos porque, querido amigo, los sueños no tienen límite.”

-Cuando naces, sólo necesitas alimentarte y un poco de cariño. Cuando vas creciendo cada vez vas necesitando mas pero, al mismo tiempo, a menos gente. Desgraciadamente algunas personas con el tiempo, dejan de necesitar a los demás, saciando su insípida alma con el reflejo que un espejo corroido por la humedad les devuelve y eso, se llama miedo. Miedo a quedarte solo, miedo a tropezar, miedo a no llegar al cielo, miedo a mirar atrás.



Cualquiera de estos días te levantarás de aquel hundido sofá y te darás cuenta de que te falta algo y te preguntarás: “¿Es que no lo tengo todo ya?” Lo tienes todo y no tienes nada. Ese susurro por la mañana, ese beso al despertar, aquella sonrisa coqueta que te dedica alguien especial. Pero no te confundas, eso no es la felicidad. La felicidad es llegar a casa y escuchar “cariño te quiero” es salir a la calle y escuchar “aquí me tienes, compañero”. La felicidad es, en resumen, abrir un día los ojos derramando lágrimas y que alguien te abrace, te seque las lágrimas y te diga que no vas a estar solo nunca más. Y tú, ser “superior” del infinito universo vuelves y deslumbras tu propia soledad con un acto de agonía que encierra a tu corazón en soledad. Tocando el cielo como límite sin llegar a conocer, que todo lo que tienes no te lleva a ningún lugar, que siempre que tengas a alguien cerca, el cielo no es la meta, es donde debes empezar.