sábado, 31 de agosto de 2013

Déjalo respirar.


Procura que alguna canción te acompañe en cada momento de tu vida porque es lo único que te quedará cuando tus huesos no sean mas que polvo en el viento.

Libertad

 Una vez alguien me quiso enseñar a volar y no quise hacerlo. Desde aquel momento paso cada segundo de mi vida intentando saltar desde el edificio mas alto y no llegar a caer, trato de mantenerme en el aire como si algo pudiese mantenerme ahí. Siempre volando, siempre feliz. ¿Pero sabes una cosa? No aprendí.
El tiempo ha pasado y como no aprendí a volar me ha enseñado a ser libre por mi mismo y no necesitar a nadie para ser completamente feliz. ¿Pero sabes qué? Eso tampoco lo aprendí.


Tristeza

Y cuando creías que tu mundo acababa de empezar te das cuenta de que algo falla, acaba de empezar y si sigues andando ya estarás en el precipicio donde creías que no ibas a acabar. Nada funciona como nosotros queremos o simplemente llegamos a vislumbrar. Nada funciona en esta vida pero lo mas triste de todo es no saber cuando se va a acabar. No saber cuando un beso será el último o ni siquiera saber si puede acabar mientras tu corazón sigue bombeando.
Un golpe tras otro golpe no te hace avanzar. No he aprendido nada y creo que es hora de cambiar, si bien el mundo no es lo que queremos creo que es tiempo de hacer de nuestra vida algo especial, creo que es tiempo de que tu vida y la mía vayan de la mano hasta “nunca jamás”.

Dolor

Mantente a salvo y vuelve a tu oscuro lugar. Sal del Sol y vuelve a la sombra porque nada de lo que has visto aquí te va a ayudar. He de sufrir para aprender a no querer lo que no puedo tener pero nunca sufro lo suficiente y la fiesta vuelve a empezar. Cambian los invitados, cambia el momento, cambia el lugar. ¿Acaso cambia como acaba de verdad? No, simplemente te ves recogiendo todo lo que una noche de desenfreno ha dejado atrás, te ves recogiendo las copas rotas y los vasos de cristal. Posiblemente te encuentres recogiendo tu propio corazón que alguien, otra vez, ha roto por la mitad.
Cuéntame todo aquello que te da miedo, cuéntame que es el dolor de verdad y no te ocultes mas en aquel oscuro lugar. Cuéntamelo a mi porque en la fiesta ya no queda nadie que te pueda escuchar.



Que pase el tiempo y se lo lleve todo por favor, 
Deja que llegue la bruma y se lleve el dolor.
Sigue sufriendo porque esto no tiene final,
deja de intentarlo, tú no vas a volar.

Pero salta, ríe, grita y llora otro día mas,
¿Mañana lo recordarás? Solo tu polvo.
Solo tu triste polvo que antes era hueso,
aquello que te hizo caminar.
Aquello de lo que no queda nada ya.

martes, 27 de agosto de 2013

Breath it out.


Al final resultó que el lugar mas oculto del mundo no era una isla perdida del pacífico o una tribu africana desconocida sino su propio corazón.

No era el momento adecuado y no lo sería jamás, no fue un momento decisivo, ni siquiera era un momento para recordar pero aún así ella decidió avanzar. Una noche mas, un segundo mas oscuro, una tarde rota por otro beso que no llegaría a dar. Yo simplemente miraba expectante desde un punto invisible esperando a ver cual sería su siguiente paso pero nunca lo llegó a dar. Ella se quedó allí, estática, inamovible como una roca enorme en mitad del mar, no se llegó a mover, ya no recuerdo si lo hizo alguna vez mas.

Cada hora era idéntica a la anterior y algo dentro de mí creía que de repente, en un simple parpadeo todo iba a cambiar pero no, nada cambiaba, ella seguía allí, quieta y distante como si el tiempo fuera ridículo para ella, como si la vida nunca se fuese a acabar. Probé a llamarla, gritar su nombre y hacerla ver que yo también estaba allí detrás de la oscuridad. No sirvió de nada, no cambio su rumbo pero el precipicio se hacía mas y mas corto, el derrumbe no iba a parar.

¿Por qué no se movía? Yo la había visto hacerlo antes, la había visto coger la vida por su mismo centro y girarla de tal forma que una mirada de rabia y dolor se convertía al instante en una sonrisa llena de felicidad, llena de dulzura, llena de todo ese sentimiento que ella misma ha dejado escapar.
Quizás sea que yo no puedo hacer nada, quizás sea que si ella ha decidido parar nadie puede hacerla cambiar.

Ha pasado ya mucho tiempo y yo sigo allí, no sé si han sido horas, días o años quizás pero yo sigo allí, observando su próximo movimiento pero empiezo a pensar que no llegará. ¿Qué ha pasado ahora? Ella no ha cambiado pero ahora algo la ha hecho mirar, algo oscureció su mirada y la hizo girarse una vez mas, quizás solo sea que quedarme aquí no ha servido mas que para convertirme en lo que ella era, para quedarme estático e inamovible junto a su sombra, para permanecer toda una vida mirando tras la atormentada oscuridad.

Y ahora llueve, ¿Pero no era verano? ¿Por qué coño tiene que llover? Odio la lluvia y creo que ella también, pero yo siento el frío, siento un profundo malestar. Ella no, simplemente me mira, me observa como si al rededor de ella todo parara y olvidase su profundidad.
Es extraño y no quiero sentir su maldad, es agonía pura en su pelo, sus dulces labios que nadie ha llegado a tocar y no me atrevo a mirar directamente a sus ojos, solo sé que ya no me quiero quedar. 

Ha pasado algo y no lo puedo describir pero ella ha apartado su mirada de mi y yo simplemente he empezado a caminar, la he dejado en la distancia mientras la lluvia paraba y yo empezaba a recordar qué motivo me llevó a observarla, ahora recuerdo qué cosa me llevó allí pero estoy seguro de que algún día volveré. Porque este es mi sitio, aquí es donde yo debo estar y algún día estaré.

Que sea el final no implica felicidad.


Una vez alguien sobrevivió gracias a un susurro.

Hacía mucho tiempo que no escuchaba su voz pero la reconoció a la perfección un año mas tarde. Retumbó en su cabeza como un camión cayendo por un acantilado, todo lo que dejó de sentir y le hacía daño volvió a florecer como si el tiempo no hubiera pasado. Volvió a renacer como si la vida que se acababa minuto a minuto se detuviese y cambiase de recorrido para tornar sus mejillas de un tono rosado que daban la sensación de felicidad.

¿Era ella o solo su imaginación? No era nadie, casi había olvidado que estaba solo en su habitación. Esa maldita habitación tan grande, tan fría, tan falta de ella, tan falta de amor. Y comenzó a pensar los meses que habían pasado, los copos de nieve en el alféizar de su ventana que antes solía tocar para sentir el frío porque el calor que ella le daba le hacía olvidar la temperatura del exterior. También recordó un rápido beso bajo la lluvia acompañado de un “no me dejes” que al final acabó siendo un “te dejo yo”. Aún le duele y creo que va a seguir así unos cuantos meses mas porque él se niega a tirar sus cosas o dejarlo pasar, se niega a olvidar su sonrisa mientras corrían por algún parque de su ciudad. Se negaba a tantas cosas que al final creo, aunque no estoy seguro, que se negó incluso a ser feliz sin más razón que mirar a la luna sin llorar.

La playa, esa maldita playa por la que paseaba cada noche cuando las farolas no daban luz suficiente. Aquella playa donde hicieron el amor por última vez y una ola mojó todas sus cosas, esas cosas que no eran importante en ese momento pero que ahora si te fijas, es lo único que tiene en su escritorio. Una carta arrugada con un beso al pie, un trozo de cuero que antaño fue una pulsera y una flor seca que dejó el aroma de la tristeza en su libro favorito, un libro que seguro no volverá a leer.

¿Y que queda de ella? ¿Qué queda en su mente de su única felicidad? Se empiezan a agotar los recuerdos que evoquen alguna emoción en él, se comienzan a difuminar los trazos que dibujaba con sus dedos cada día al rededor de sus labios que besaba sin parar. No quiero que se borre aquella imagen de su mente porque aunque triste y pasada, sé que es lo único que le hace feliz de verdad. 
Cada mañana le hablo y le pregunto que tal está, cada mañana recibo la misma respuesta: “Creo que es hora de venir a buscarme, se me ha hecho tarde ya”.
¿Tarde para qué? ¿Tarde dónde? ¿Por qué? Nunca recibo respuesta alguna, simplemente me levanto de la cama y voy a buscarlo al paseo para encontrarlo mojado por las olas y cubierto de arena mientras intenta parar de sollozar. No siempre está allí, a veces simplemente no está, otros días no sale de su habitación y decido no ir a verlo porque sé que lo que para mi es oscuridad para es como la pantalla de un proyector en la que puede recordar todos sus momentos felices. Pero sé que esa cinta se está estropeando ya, sé que esa cinta algún día dejará de mostrarle lo que quiere y quemará todo su mundo con una cerilla y mucha realidad.

¿Y que hago yo mientras? No hago nada, no me queda nada por hacer ya. Sólo voy a buscarlo en silencio cada mañana, lo acompaño a su casa o cualquier otro lugar e intento no verlo llorar porque cada vez que el llora olvido mi felicidad. Cada vez que él llora un trocito de mi corazón desaparece y se llena de tristeza mientras él contiene una y otra lágrima sin llegar a llorar.
Ya no pregunto como está, ya no sé si la ha olvidado o sigue imaginando cosas en la oscuridad, hace tiempo que dejé de preguntar.

No se trata ahora de las cosas mejores que yo podría estar haciendo, no se trata ahora de porque pierdo el tiempo si el no quiere mejorar. Ahora solo se trata de acompañarlo porque yo he sufrido solo, sé lo que duele y no voy a dejarlo ahí, tumbado en la cama con ese libro viejo agarrado, no voy a dejarlo solo otra noche en la oscuridad.
¿Qué pasará cuando me pregunte por qué ella ya no está? No pasará nada porque no responderé, él solo necesita llorar.