miércoles, 26 de febrero de 2014

Hoy quizás si.

Y lo peor es que si viene a mi puerta y me dice “quédate” no me movería de ahí hasta el último de mis días. Me quedaría justo ahí, de pie junto a la puerta mirándolo durante minutos infinitos para luego tocar suavemente sus labios con mis dedos y conocer perfectamente su forma como ya la conozco sólo para besarlo como sé que le gusta. 
Creo que el amor es justo eso. Peleas, rompes, lo arreglas, peleas y vuelves a romper hasta que al final te das cuenta de que no quieres besar otros labios que no sean los suyos, no quieres tocar otro cuerpo incluso aunque sea idéntico al suyo, pero no lo es. ¿Qué es el amor? El amor es perderme en mi mundo y que en el momento menos esperado, cuando mas lo necesite, aparezcas y te quedes. Solo eso, quedarte conmigo, abrazarme y no soltarme jamás.

Y si, ya sé que ahora duele mucho, ya sé que se pasará y sé perfectamente que dentro de un tiempo podría estar con otra persona y no recordar cada milímetro de tu tibia piel pero ahora… Ahora solo te quiero a ti. Ahora y siempre porque no quiero verte en un futuro, sólo quiero escaparme de casa por la mañana y esperar durante 2 horas a que salgas del instituto y me abraces, me beses y me digas que todo pasó; que te quedas y que todo lo que he sufrido tiene compensación. Eres tu y nadie mas, eres eso que necesito y me hace delirar. Lo eres todo y no eres nada, eres exactamente la diminuta partícula de toda una vida que necesito para que mis engranajes vuelvan a funcionar.

Creo que no te has dado cuenta o quizás no lo quieres aceptar pero ese “mis labios solo encajan con los tuyos” no es verdad. Nuestros labios jamás encajaran porque según mis pensamientos no encajaban, se fusionaban dos almas en una y cada suspiro era libertad, era felicidad. Lo era todo y eso nadie me lo va a poder dar. ¿Podrán dártelo a ti alguna vez? ¿Sólo una vez mas? Sólo sé que las historias no siempre acaban y que donde tu lo dejaste algún día, dentro de no mucho tiempo volverá a comenzar.

¿Sabes? Lo mas triste es que no te voy a esperar. No pienso quedarme sentado esperando otra puñalada, otra cascada de hielo que me vuelva a enfriar. Voy a salir a buscar alguien, algo, quien sea que pueda darme lo que tu me diste una vez mas. Voy a buscar incluso debajo de las piedras pero si no lo encuentro lo siento, ya sabes donde voy a estar.

No queda nada que decir ya. Eres un cobarde y tienes miedo, eso es justo lo que no quieres aceptar. Que puedo hacerte feliz y no me has dejado intentarlo, que puedo amarte como nadie lo ha hecho, que puedo prometerte la luna entera y si te la prometo, te la voy a regalar.


Que no soy nada pero puedo amarte como nunca nadie lo hará.

lunes, 24 de febrero de 2014

Hasta siempre

¿Y si te digo que ya no como ni duermo? ¿Y si te digo que lo único que hago es esperar?

Odio tanto el presente que se me ha olvidado que sigo viviendo aquí y, por las mañanas justo cuando abro los ojos, soy una persona feliz. Justo antes de recordar que ya no estás, que se ha acabado todo, que ni vas a volver ni volverás jamás. Odio el presente y me asquea todo lo que tengo a mi al rededor. Ya no vivo en el presente, me paso el día pensando que será de mí  dentro de cuatro años mas. Cuando ya termine de estudiar, cuando otra persona me ame y yo sea capaz de amarla a ella, cuando tu recuerdo solo sea eso, un simple recuerdo y nada más.

Debo confesar que volviendo de clase he visto el bus pasar, nuestro bus, con aquel número que se me graba a fuego en el pecho y una parte de mi creía que iba a llegar y te iba a encontrar ahí, tumbado en mi cama como aquella vez, esperándome sonriente y diciendo que quieres volver. Volver y olvidar todo esto que ha pasado, volver y hacer como si nunca te hubieses marchado. Pero no, no vas a volver.

Ya realmente no sé porqué vivo, simplemente me despierto por las mañanas, me preparo un café muy cargado y seco las dos lágrimas que caen por mis mejillas al pensar que alguna vez estuviste ahí cuando desperté. Ni siquiera me gusta demasiado el café pero aún así lo tomo todas las mañanas. Me obligo a pensar que quizás un hábito tan estúpido como es el café pueda ayudarme alguna mañana a no despertarme pensando en ti, pensando en que tú ya no estás pero yo sigo aquí.




No sé… Ya solo me apetece llorar. Tumbarme en la cama y llorar mientras espero que vuelvas, me abraces y me digas que te quedas, que no te quieres ir que tu sitio está conmigo y no me vas a dejar jamás.


Espero volver a encontrarte un día aunque sea cuando nuestros huesos sean polvo. Solo espero volverte a encontrar.

domingo, 23 de febrero de 2014

Como perder en mi propio juego

Ahora dime como le cuento al mundo que he perdido lo único que quiero.

Parecía que lo llevaba tan bien, sonreía, ligaba con otros chicos… ¡Vaya! Incluso tengo novio pero no, no me sirve como solución. Me quedaré siempre aquí sentado esperando por si te veo bajar del bus por última vez y pensar en todo lo que has hecho por mi, todo eso que nadie había conseguido. Todo lo que el mundo deseaba que fuera y yo nunca quise ser, todo eso que ahora se está disolviendo entre lágrimas que no salen y momentos que se difuminan en mi mente sin que yo lo pueda resolver. Sin que yo si quiera pueda dar un paso adelante y olvidarlos con otros aún por conocer. 

Quizás no te quiera por lo que eres, sino por lo que has hecho conmigo. Me resulta incluso irónico no haberme enamorado de una sonrisa preciosa o un cuerpo perfecto, sino de ti, de la felicidad que desprendes y que incluso cuando te ibas, esa efusividad quedaba entre las sábanas de mi cama por horas y me permitía respirar. ¿Qué hago ahora? ¿Es que hay algo que hacer? Tú ya me has olvidado y yo no lo he podido hacer así que solo me queda volver. Llegar al epicentro de todo lo que un día creaste y destruirlo con toda aquella oscuridad, toda aquella maldad que empezaste a curar, todas esas sonrisas que al principio me obligaba a poner pero luego simplemente salían sin mas. 

¿Qué hago ahora? Volver a empezar. Destruirlo todo como hice tiempo atrás, ser la bestia despiadada que conociste y que sin querer comenzaste a cambiar. 
Necesitabas tanto de mi que yo no te podía dar… Necesitabas tantas cosas que estaban a punto de salir pero al final cerraste la puerta y te volviste a marchar. Ahora tengo miedo igual que lo tuve cuando te vi en el hospital, tengo miedo de que me vuelvan a hacer daño como cuando tenía 14 años, tengo miedo de levantarme una mañana y verte ahí, esperando el autobús pero no para verme a mi.

¿Tengo miedo sabes? Tengo tanto miedo que al final se adhiere a mi propia alma y borra todo lo que tu creaste, porque es lo que soy, justamente lo que podría no ser contigo, exactamente el resquicio del dolor y la desesperación atrapados en un suspiro. ¿Todo lo escrito días antes suena a mentira verdad? Simplemente no te puedo olvidar.

Soy como un agujero negro que destruye la felicidad. Soy aquel asteroide incomprendido que justo cuando aprendía a destellar se apagó sin más. Puede que simplemente sea aquel gilipollas que aprendió a amar demasiado tarde, tan tarde que lo único que amaba no volverá jamás.


Cuando mi gélida sangre empezaba a bombear,
mientras mi cuerpo inerte empieza a calentar,
cuando toda la maldad se desvanecía…
Te fuiste, te fuiste sin mirar atrás.

Ahora soy el que ahuyenta la felicidad, 
el que llora sin lágrimas, el que vive, 

aquel que muere. Aquel sin piedad.