sábado, 28 de abril de 2012

No te arrepientas de estar viva...


“Devuélveselo todo a la vida, todo. No eres dueño del tiempo pero si de tus sueños”



Melissa sólo tenía 8 años cuando descubrió la realidad de la vida. Ahora tiene 16 años y sigue aferrada a la realidad. No juega con muñecas de colores, y no conoce la felicidad. Para ella la felicidad dejó de existir el día que perdió su inocencia, esa esencia de libertad.  Y vive encerrada en una realidad de la que nadie la deja salir. Melissa no llora porque ya no recuerda que es llorar, Melissa no sonríe, y sigue con la incertidumbre de si algún día lo hará.



De pronto, otro oscuro día de su vida apareció ella con esa sonrisa tan indescriptible, esos labios rosados que supuraban pasión y Melissa sonrió. Dejó caer sobre sus hombros esa larga melena y volvió a sonreír como si nunca antes lo hubiese hecho -Y nunca antes lo había hecho en realidad-. Y esa desconocida chica volteó su cuerpo para observar a Melissa con unos ojos profundos y negros, oscuros pero tan llenos de amor que el aroma de la desconocida felicidad entró por cada uno de sus poros, y Melissa suspiró. Mientras corría hacia casa, el viento revoloteaba por su sedosa melena como si nada pudiese despeinarla y llegó a casa y gritó: “!Existe la felicidad! Y lleva tu olor”. Mientras, su piel se sonrojaba poco a poco sin parar de pensar en los labios de aquella desconocida, los primeros labios después de muchos que de verdad ella quería acariciar.



Casi un mes mas tarde, Melissa seguía fantaseando con el final de su historia, con ese beso fugaz, incluso comenzó a creer en la felicidad. Y cuando bajó a vislumbrar la playa y toda su soledad, allí volvía a estar ella tan perfecta como de costumbre, con ese halo de felicidad, como un ángel en medio de la soledad. “No pienso dejarla escapar, el amor siempre se va y yo ya no sé cuando volverá” Dijo Melissa sonrojada mientras se acercaba con delicadeza a la desconocida. Y de pronto, la chica desconocida se dió la vuelta y la vió suspirar, se acercaron como una ola se acerca a la orilla solo para morir, acercaron sus labios y sus corazones dejaron de latir. Momentos después la chica misteriosa se marchó diciendo: “Espérame si crees en el amor, espérame y no habrá separación”. Desde aquel día Melissa no dejó de esperar y pasear por la playa con la ilusión de verla pasar. Un 28 de Abril Melissa dejó de esperar y comenzó a llorar, mientras hundía su frágil cuerpo en la arena para volver a la cruda realidad. De pronto, la chica misteriosa apareció diciendo: “Te dije que esperaras, y te he visto esperar, he estado buscando algo, y no he encontrado mas que soledad, quédate conmigo, quédate aquí conmigo porque sé que eres mi mitad”



Así acaba la historia de Melissa, enamorada y volviendo a su pura juventud, feliz y sonriente pero ahora que lees esto quién sabe; Quizás la próxima seas tu.

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